Enseñar a un gato a usar el arenero puede requerir un poco de paciencia y consistencia, pero es muy sencillo.
Si es tu primer gato, es probable te preocupe si será capaz de aprenderlo con facilidad o incluso si se te dará bien enseñarle a hacerlo.
Aquí tienes algunos pasos que puedes seguir para facilitar el proceso:
¿Qué necesitamos?
Primero es preparar lo que necesitarás, esto es, el propio arenero y la arena. En ambos casos encontrarás diferentes opciones.
También hablaremos de cómo elegir la ubicación del arenero, qué tipo de mantenimiento debes darle y otras consideraciones generales.
¿Cómo elegir el arenero indicado para el gato?
Al elegir el arenero para el gato, hay tres factores que deberás tener en cuenta: tamaño, altura y posibilidad de incorporar una cubierta:
Tamaño: a los gatos les gusta dar vueltas sobre sí mismos antes de hacer sus necesidades, y también se mueven al escarbar, así que deberías elegir un arenero que tenga al menos una y media la longitud de tu gato. Es muy importante que quepa bien en él y pueda moverse sin problemas, así que es mejor pasarte (un poco) que quedarte corto.
Altura: los gatitos y los gatos mayores pueden tener problemas para subirse al arenero, por lo que en esos casos te recomendamos un modelo con una altura máxima de 15 centímetros. Para los gatos adultos en buen estado de salud, la altura del arenero deberá estar entre los 30 y 40 cm.
Cubierta: la elección entre un arenero con o sin cubierta dependerá de las preferencias de tu felino. A algunos les gusta observar lo que les rodea cuando hacen sus necesidades, mientras que otros prefieren un poco de intimidad. Los areneros cerrados para gatos suelen desprender menos olor, pero asegúrate de que a tu gato le gusta la idea.
Nota: Es importante que el arenero sea lo bastante grande como para que tu gato pueda maniobrar en él con comodidad. Tampoco debería ser ni demasiado alto ni demasiado bajo.
Escoger la arena también es importante, ya que puede hacer que tu gato se acostumbre con facilidad al arenero o por el contrario, sienta rechazo hacia él.
Esa es, de hecho, la primera cuestión que tener en cuenta: la elección de la arena, al final, depende del animal. Si a tu gato no le gusta un tipo concreto de arena, no te quedará otro remedio que cambiar.
Las arenas están hechas para emular las sensaciones que produce la tierra en la que los gatos depositarían sus heces si vivieran en la naturaleza. Su objetivo secundario es, absorber los olores de las deposiciones del gato para mantener un ambiente tan limpio como sea posible.
Tipos de arenas:
Arena mineral absorbente para gatos: es la arena más convencional y económica, hecha de arcilla y con un buen nivel de absorción. Como puntos negativos podemos destacar que el gato levantará bastante polvo al escarbar en ella y que debe ser cambiada con frecuencia.
Arena mineral aglomerante para gatos: esta arena está hecha con minerales y se aglutinan al entrar en contacto con los líquidos. Esto permite limpiar no solo las heces, sino también la orina del gato sin necesidad de vaciar todo el arenero. También levanta polvo, en mayor o menor cantidad dependiendo del mineral usado como base.
Arena de sílice para gatos: estas arenas, fabricadas con gel de sílice, absorben la humedad y evaporan los líquidos. Así, el arenero permanece seco y sin olores excesivos durante más tiempo. No levantan polvo, pero hay gatos a los que la textura de este tipo de arena no les gusta demasiado. Suele ser bastante más cara.
Arena biodegradable para gatos: estas arenas son ideales si estás comprometido con el medio ambiente, ya que se fabrican con compuestos biodegradables como fibras de madera, maíz, serrín o fibras vegetales. Algunas arenas biodegradables son aglutinantes, pero no todas. Como pega, hay que mencionar que suelen ser más caras que otras alternativas.
En un lugar tranquilo y poco transitado de la casa en el que el animal pueda estar a sus anchas. Una habitación secundaria, el baño (mejor si es un segundo baño) o una zona de almacenaje podrían ser buenas ubicaciones.
Es importante que el arenero esté lejos tanto de la comida como del lugar de descanso del gato, o podría negarse a usarlo.
Por último, ten en cuenta tanto las cuestiones higiénicas (probablemente no quieras tenerlo en la cocina, el dormitorio o en la entrada de casa) como de seguridad (no es buena idea poner el arenero del gato en el balcón o una terraza). Tanto el gato como tú mismo debéis sentiros cómodos con la ubicación del arenero.
Una vez escogida, la ubicación del arenero ha de estar siempre accesible para el gato y no debería cambiar salvo que sea totalmente necesario.
Nota: Coloca el arenero en una ubicación tranquila, lejos de las zonas de comida y descanso del gato. Recuerda limpiarlo con frecuencia.
¿Cada cuánto tiempo hay que limpiar el arenero?
La frecuencia de limpieza del arenero del gato dependerá del tipo de arena que escojamos y los hábitos del gato.
En un día, los gatos suelen defecar una o dos veces y orinan entre cuatro y cinco. Teniendo eso en cuenta, con las arenas absorbentes deberás vaciar totalmente el arenero al menos una vez por semana, y con las aglomerantes al menos una vez cada dos semanas, en este último caso siempre acordándote de retirar cada día las heces y los grumos de orina.
Siempre que hagas limpiezas parciales, procura añadir más o menos la misma cantidad de arena que hayas retirado. El arenero debe contener en todo momento una capa de arena con un grosor de entre 5 y 10 cm.
Incluso con las arenas de sílice, es imprescindible vaciar y limpiar completamente el arenero una vez cada dos o tres semanas, o una vez al mes como mucho.
Si tu gato suele escarbar vigorosamente, es probable que también tengas que limpiar cada poco tiempo los alrededores del arenero, que se irán llenando de polvo y restos de arena.
Recuerda que la arena no se tira por el inodoro salvo que sea biodegradable y en el envase se indique que el producto se disuelve en el agua. Si no es el caso, deséchala junto con los residuos domésticos comunes.
Cuando el gatito llegue a casa, enséñale el arenero (que deberá estar ya en su ubicación definitiva). Siéntale en él, déjale que lo huela y explore. También puedes coger su patita y, con suavidad, escarbar un poco con ella en la arena.
Cuando creas que el gatito se prepara para hacer sus necesidades (olisqueará insistentemente una zona y empezará a inclinarse), cógelo y llévalo rápidamente al arenero para que lo haga allí.
Mueve al gatito al arenero siempre que termine de comer y al despertar de sus siestas. Son momentos en los que acostumbran a hacer sus necesidades.
Si el gatito coge la costumbre de orinar y defecar en algún lugar que no es el arenero, pero que no está mal del todo, plantéate simplemente cambiar el arenero de sitio.
Si el gatito empieza a orinar o defecar en algún sitio inadecuado, dile NO en voz alta y firme, cógelo y llévalo al arenero.
Siempre que lo haga correctamente, acarícialo, felicítalo con entusiasmo y dale una chuchería.
Nunca le castigues cuando cometa errores. No solo no servirá para nada, sino que además el gato podría acabar entendiendo que el propio hecho de hacer sus necesidades está mal. Un consejo: durante las primeras semanas, no seas muy estricto con la limpieza del arenero. El olor hará que el gatito recién llegado a tu casa encuentre el camino con mayor facilidad.
Enseñar a un gato adulto a usar el arenero
El proceso básico es similar al que utilizarías con un gatito: al llegar a casa, lleva al gato al arenero, deja que lo explore y muéstrale cómo escarbar en la arena.
Puede resultarte de ayuda hacer que el arenero se parezca al sitio en el que el gato haría sus necesidades si viviera en la naturaleza. Para ello, al principio cubre la arena con una capa de tierra y echa también hojas y pequeñas piedras.
Es probable que un gato adulto sea más exigente que un gatito en cuanto al tipo de arena, pues sus gustos y manías ya están asentados. Experimenta con diferentes arenas hasta encontrar la adecuada.
No seas estricto con la limpieza del arenero durante las primeras semanas, pero sí con la de los accidentes del gato en otros rincones de la casa. Un buen truco puede ser mover los excrementos y los restos de orina hasta el arenero para que el gato llegue allí la próxima vez.
Sé paciente y recuerda utilizar el refuerzo positivo siempre que el gato acierte.